jueves, 16 de julio de 2009

... dejarse sorprender...

Detenerse a repasar los sonidos olvidados por prejuicios, por rutina, por acción con su omisión, por rebeldía o por pesadumbre, pero vueltos a soñar… saborear placeres nuevos cocinados con matices de ingredientes tan lejanos que sólo por tu mano adquirirán valor eterno… desterrarse los fracasos, arrancar los desencantos, desprender los sinsabores y de todo lo amasado rescatar lo imaginario, eso humano, consecuente, llevadero y sonreír… escrutar en clandestino las vivencias naturales sin dejar las emociones en reposo al porvenir, ser mortales recordando el sentir entrelazado en las cosas que tocamos para o en los demás… pensar antes once formas de llegar a cada puerta y por fin en su presencia y por flujos inquietantes, trascendentes, extasiantes pero siempre inexplicables, conjurar una doceava que lanzada sin proclamas resultó ser la mejor… contemplar aquel aliento superior que te atraviesa cuando sabes respirar e inundado hasta rincones que dejaste abandonados en algún lugar lejano, sublimar el movimiento permanente de tu cuerpo motivando impulso vivo hacia todo en derredor… elevar el rostro al cielo y encontrar ángulos nuevos descubriendo de camino que entre el verde había rosado, dos balcones, tres canarios, cuatro esquinas con ventanas de personas que devuelven su mirada sonrojada y resuelves en dos actos el enigma que cargabas y te sientes más liviano por cuestiones que en tu vida te sorprenden esperando tu mirada al caminar…

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