viernes, 13 de mayo de 2011
Caminando...
Una constelación de luciérnagas en celo vuela en remolinos entre mi estómago y mi pecho, el latir de las voces que reclaman atención duerme ahora y mil canciones de gloria se acomodan en mis oídos, mi garganta aprieta su manzana y el aire hace un esfuerzo inútil por entonar sonidos, el aire me sostiene pegado al suelo y a la horma que hizo con mi cuerpo para dejarlo inerte a su merced, mi corazón mide dos veces el tamaño que le toca y su compás estrena ritmo y los colores se hacen nuevos y veo más y veo mejor, ya no recuerdo si calor o frío, lluvia o viento era lo que antes me ocupaba, igual la piel de mi estatura se hizo entera de gallina, soy susceptible a recibir voltajes inconcebibles, vulnerable a los planetas, sometido a leyes que las matemáticas no entienden y por este pequeño instante no me pertenezco a mí mismo en absoluto; este frágil adictivo pequeño instante en el que el mundo cambia porque te veo pasar…
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